Con el análisis del ADN de los restos de tres perros prehispánicos mesoamericanos provenientes de Tula, Hidalgo, se determinó que los xoloitzcuintlis provienen de un linaje diferente del de los otros perros americanos.

Cuando un dignatario mexica moría se le cremaba junto con objetos de valor e incluso con algún esclavo sacrificado. El bulto mortuorio o miccaquimilolli era colocado sobre una hoguera para que el humo de la combustión del cuerpo y objetos llegaran a los cielos mesoamericanos.

El culto a los muertos en Mesoamérica.- Algunos de los residuos corporales recibían culto; otros se usaban para transmitir poderes, atraer beneficios, alejar daños o causarlos. Vasija mexica de piedra con un relieve del Dios de la Muerte.

En la sociedad mexica, el rango más alto era detentado por el huey tlatoani o “supremo gobernante”, al cual seguían los tlatoque (plural de tlatoani) subordinados, los teteuctin (“señores”), los tequihuaque (“capitanes”), y los sacerdotes (tlenamacaque y tlamacazque).

Otra diosa sentada en un oceloicpalli, 'sitial de jaguar', aparece aquí. Tres signos calendáricos connotan su nombre y atributos: 1 Atl, '1 Agua ', que corresponde a Chalchiuhtlicue, diosa de las aguas terrestres.

En la época prehispánica, en gran parte de lo que ahora se conoce como Zona Metropolitana de la Ciudad de México existió un sitema de lagos. En los lagos de Xaltocan, Zumpango y Texcoco, el agua era salada. Y dulce en los de Chalco y Xochimilco.

Las flores eran símbolos asociados principalmente con tres deidades: Macuilxóchitl, Xochipilli y Xochiquétzal, patronos de los juegos, la primavera, las flores, el amor, la música y la danza, así como de las labranderas y bordadoras.

En 1980, el Recinto de los Guerreros Águila fue arrancado al olvido. A partir de ese año el edificio ha sido escenario de trabajos arqueológicos intensivos por parte del Proyecto Templo Mayor del INAH.

Algunos de nuestros amigos lectores nos comunican que ya consiguieron su ejemplar impreso. Lo adquirieron en locales que venden publicaciones. Muchos saludos a quienes apoyan este esfuerzo cultural y editorial.

Aquí, con su rostro vendado o cubierto en parte y su hacha con la que parece dispuesto a atacar, es Tezcatlipoca en su advocación de ltztlacoliuhqui, “El de la navaja de obsidiana que se encorva o inclina”. Códice Fejérváry-Mayer, p. 27.

En el Complejo A de La Venta, Tabasco, se localizó esta figurilla de jadeíta de una mujer con un espejo de pirita sobre el pecho. Museo Nacional de Antropología.

Otro día los pescadores capturaron en la laguna una grulla con un espejo en la cabeza y fueron a mostrarla a Motecuhzoma. El rey, atónito, observó en el espejo, primero “el cielo y las estrellas.. ”, y “una muchedumbre de gente junta que venían todos aramados encima de caballos”.

Tlazoltéotl era la diosa de los temazcales, en cuya entrada se colocaba su efigie y, por eso, los dueños de los temazcales la adoraban. La llamaban la abuela del temazcal y en este sentido era igualada con la diosa Toci, la madre de los dioses, “corazón de la tierra”.

El espejo forma parte del nombre del dios Tezcatlipoca, “el señor del espejo humeante”. Esta deidad, patrona de los brujos y de los adivinos, era el señor del destino, es decir, que al mirar en su espejo asignaba a los hombres su destino sobre la tierra.

El Tezcatlipoca oscuro muestra los 20 signos de los días colocados tanto en su cuerpo como en sus atavíos. Porta en la mano izquierda un escudo y cinco jabalinas; en la derecha, una flauta de donde sale una serpiente azul, asociada al glifo quiáhuitl, “lluvia”.